Ahora que se acerca el final de un año verdaderamente repleto de emociones "intensas", me apetecía aportar una entrada con un vídeo que me gusta mucho ver de vez en cuando y que creo que le puede elevar el estado de ánimo a un muerto.
Se trata de una representación de la pieza "Walking the Dog", de George Gershwin. Esta pieza la encontré por mi cuenta buscando en Internet música de Gershwin, que a mí personalmente me encanta. Yo no conocía la pieza, y realmente creo que no es demasiado popular dentro de lo que hay dentro de la música de Gershwin, pero al parecer fue compuesta como parte de la banda sonora de la película de Fred Astaire "Shall we dance?". Aparece en una simpática escena en la que los protagonistas pasean a unos perros en la cubierta de un barco. Aparentemente, Gershwin compuso esta banda sonora tan ligera y desenfadada como una crítica hacia la tendencia que había en Hollywood de crear bandas sonoras excesivamente recargadas.
El vídeo que adjunto en esta entrada me gusta particularmente porque es una representación original y alegre en un entorno clásico de concierto, que suele ser mucho más regio y serio, o al menos eso se espera normalmente. La música es descriptiva por sí misma, prácticamente puedes ver la escena que tenía en mente el compositor, con un perro alegre paseando feliz al lado de su amo. Precedido por unas notas introductorias que son como una pincelada que nos presenta el cuadro que vamos a ver, el clarinete lleva la voz cantante, lo que yo identifico con el curso de los pensamientos y sentimientos de un perro distraído, mientras que el acompañamiento de cuerdas funciona prácticamente como el ritmo de los pasos del dueño, inexorable pero alegre. Luego lo sigue un breve fragmento más melódico y romántico en el que ese ritmo de los pasos queda un poco más disimulado, momento en el que me gusta imaginar que han parado de pasear brevemente para apreciar el paisaje que les rodea, en mi cabeza Central Park, como no puede ser de otra manera. Escuchando la música tengo la impresión de que todo sucede durante un otoño en Nueva York, y cuando se detienen están observando las hojas caer.
Por supuesto, luego vuelve el tema inicial y se reanuda el paseo, con incluso un poco más de brío que al inicio. Hacia el final se produce un intercambio entre el violín y el clarinete que me encanta, porque además de que parece una conversación perro-amo, las interjecciones del clarinete son una imitación perfecta de un perro ladrando.
Y ya para rematar, la sorpresa final, que mejor la veis vosotros mismos en el vídeo, puesto que no tiene desperdicio.
Para finalizar, solo queda decir que espero que os guste esta banda sonora tan magnífica y caracterizada por el mejor jazz clásico de Gershwin.
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