domingo, 31 de diciembre de 2023

Adiós, Señor Chips - James Hilton



El libro que hoy nos ocupa es una pequeña gema oculta en el transcurso de la historia (al menos para los lectores de la actualidad, puesto que yo no he oído ni leído en ninguna parte nada al respecto). Se trata de Adiós, Señor Chips de James Hilton. Este escritor es mundialmente conocido por su novela Horizontes Perdidos, con la que convirtió el ficticio monasterio de Shangri-la en un icono cultural para representar una utopía paradisíaca ideal. 

Poster de la película de Horizontes Perdidos (1937)


Aunque menos conocida, Adiós, Señor Chips es una lectura igualmente refrescante y tranquilizadora. La trama narra la vida y enseñanzas de un profesor llamado Chipping, que imparte clases desde finales del siglo XIX en una típica escuela inglesa de anticuadas y regias costumbres. Chipping es el prototipo de caballero inglés de toda la vida durante la época victoriana. La narración proporciona una tierna visión de las maneras que tenía el Señor Chips de dirigir las clases y establecer relaciones profesor-alumno a lo largo de toda su existencia. El lector será testigo de la evolución que tendrá lugar en un profesor que se veía dominado por la timidez al iniciar la carrera de obstáculos que es la enseñanza, convirtiéndose en un avezado maestro de latín y griego con experiencia y tino hasta para asumir la dirección de Brookfield, el magnífico colegio que aparece en el libro.


La novela tiene un marcado tono sentimental, que en ocasiones, y dependiendo del lector, puede llegar a ser excesivamente tierno, pero que al fin y al cabo otorga un aire especial y cariñoso a la historia. Hilton exhibe además a través de su protagonista una gran nostalgia por la época victoriana, así como un profundo respeto a los más tradicionales valores ingleses. 

Un elemento también muy presente en el argumento es la evolución social e histórica de finales del siglo XIX e inicios del XX. Somos testigos parcialmente de las sucesivas guerras y conflictos (con énfasis en la Primera Guerra Mundial) que han tenido lugar a lo largo de la historia con una perspectiva distinta a la puramente bélica: la de unos profesores y estudiantes que deben continuar con la labor de la docencia mientras sea posible. Cabe subrayar que Hilton se inspiró, además de en sus propios años como alumno en instituciones del estilo de Brookfield, en su padre y un profesor suyo llamado W. H. Balgarnie, dos de las figuras que más le marcaron en su vida.


Para finalizar, es destacable comentar que la novela es considerablemente corta (apenas consta de 100 páginas), por lo que es una lectura recomendable cuando lo que buscamos es algo rápido y sencillo de asimilar. Esto último lo digo porque está escrita en un formato fácil y sin grandes pretensiones, de manera que no hay grandes acrobacias literarias contra las que pelearse al leer sus líneas. 


Por último, pero no menos importante, aprovecho para desearos a todos un Feliz Año 2024, que venga repleto de buenas nuevas y alegría. 🎄🥰🌟💖🌙

domingo, 10 de diciembre de 2023

EMBELESO


El Tintero de Oro en su 39ª edición, que se dedica a la saga de Harry Potter (de la que soy muy fan), organiza un concurso de relatos de temática relacionada con la magia. Esta es mi aportación, que consta exactamente de 900 palabras.


EMBELESO

Diana era con diferencia la niña más adorada del internado para huérfanos de aquella perdida esquina del mundo. Era este ciertamente un fenómeno curioso, puesto que la chiquilla destacaba notablemente por sus peculiaridades y no solía buscar la compañía y aprobación de los demás.

Para empezar, su aspecto físico era llamativo en sí mismo. Tenía un largo cabello rubio platino, penetrantes ojos azules, una tez muy pálida, y era esbelta como una torre de marfil; cuando los niños de aquella región solían ser más bien morenos y bajitos como pequeños troncos de árboles, y no estaban nada acostumbrados a ningún tipo de exotismo. Diana era una niña excéntrica, con una sensibilidad por encima de lo normal y una personalidad caprichosa en extremo. Era capaz de quedarse durante horas en la orilla del lago que había cerca del orfanato, observando el bosque que le rodeaba y escuchando con atención (nadie sabía qué escuchaba, estando la residencia tan aislada entre montañas), en lugar de jugar con el resto de sus compañeros. Otro rasgo que caracterizaba a nuestra protagonista era su constante estado de aparente despiste, puesto que en numerosas ocasiones extraviaba sus pertenencias y no se las encontraba por ningún lado. Esto podría parecer normal si lo que perdiera fueran solo bolígrafos o gomas de borrar, tal vez un zapato también, pero en una ocasión llegó a desaparecer su propia cama (hecho que desconcertó profundamente a los cuidadores y supuso un cisma en la organización del orfanato, con acaloradas discusiones plagadas de acusaciones cruzadas en las que una limpiadora estuvo a punto de dimitir, pero sin ninguna explicación satisfactoria para nadie). 

Pero quizás, el elemento que más le diferenciaba del resto de niños era que en realidad no era huérfana. Cuando era un bebé de pocos meses había aparecido una noche estrellada en el escalón de entrada al orfanato, apoyada en un mamotreto muy ajado sellado de manera que fuera imposible de abrir, con un papel arrugado en sus pequeñas manitas. Aquel pergamino tenía un mensaje críptico que los responsables del internado no supieron interpretar, en el que ponía con caracteres imprecisos y borrosos lo que ellos creyeron que era el nombre de la criatura, Diana, seguido de un mensaje en el que se afirmaba que regresarían a por la niña cuando estuviera preparada. En circunstancias normales, no habrían aceptado la tutela de una niña cuya procedencia no estaba clara, puesto que el orfanato se preciaba de su exclusividad, pero Diana tuvo un efecto subyugante en los encargados. Se sintieron impelidos a cuidarla y hacerla feliz hasta donde les fuera posible, así que decidieron hacer la vista gorda y admitirla bajo su custodia.

A pesar de todas sus rarezas, Diana era prácticamente venerada por sus compañeros; tenía gestos de amabilidad con sus iguales, y solía tratar muy bien a todos, halagada por las muestras de cariño que le daban. 

No obstante, cuando contaba con 11 años, una niña trató de robarle el libro con el que llegó al asilo (el único vínculo que le unía a sus desconocidos padres), y cuando Diana la encontró con las manos en la masa su enfado fue tal que, dominada por la ira, aterrorizó a la traviesa ladrona y sin saber cómo estuvo a punto de quemarle la cara.

Este episodio asustó mucho a Diana, que aunque a estas alturas ya se había dado cuenta de que tenía algunas habilidades extrañas, no les había dado mayor importancia. En ese día fatídico tomó conciencia del peligro que podían suponer sus poderes para los demás si no los controlaba. Pero…¿Cómo controlar algo de lo que no sabía nada? 

Fue entonces cuando se le ocurrió que tal vez en el libro encontrara alguna respuesta a su situación. Pasó un par de días tratando de abrir el volumen sin éxito alguno y se obsesionó hasta tal punto que lo llevaba consigo a todas partes. 

Una tarde, cuando estaba en el bosque escuchando esos chillidos lejanos tan parecidos a cánticos que solo ella parecía oír y que tanta impresión y nostalgia le provocaban, le sobrevino un impulso repentino de gritar y cantar, imitándolos. Y para su descomunal sorpresa, produjo con gran facilidad y naturalidad un quejido sobrehumano idéntico a aquellos que trataba de reproducir. Repentinamente el libro se abrió y cayó a sus pies. Pudo ver que en la primera página se leía el título “Breve Historia de la Magia”.

Estupefacta, Diana empezó a pasar las páginas hasta que llegó a una que parecía estar más manoseada, y lo que vio en ese momento capturó su atención por completo. Aquella hoja estaba repleta de ilustraciones de mujeres hermosas de aspecto temible con el pelo rubio y la piel blanquísima. Llevó sus ojos al inicio del capítulo y leyó: “Veelas: esencia y origen”. El primer párrafo detallaba las características de estos seres mágicos, que eran prácticamente una descripción palabra por palabra de la propia Diana, y a esta ya no le hizo falta leer más. En el preciso instante en que leía aquellas líneas había tomado la resolución de marcharse para siempre. Seguiría aquellas voces que había escuchado desde que le alcanzaba la memoria, y que, ahora se daba cuenta, le dirigirían hacia el enigma de su identidad. 

Desde aquel aciago día, el internado perdió una alumna, pero ganó numerosas leyendas que narrar al irse a dormir. Leyendas sobre la misteriosa muchacha de extraños poderes que desapareció para no volver jamás.



"La Légende des Willis" de Hugues Merle (1847)

En el proceso de investigación y documentación para escribir este relato he tenido la gran fortuna de encontrar este cuadro que considero como ideal para acompañar el texto.


Por último, pero no menos importante, adjunto este nocturno de Mélanie Chassel, que es en mi opinión sencillamente perfecto como banda sonora del relato. 

Todas Las Hadas del Reino - Laura Gallego

  Hadas, brujas, princesas en apuros, héroes en busca de hazañas y personajes de cuento pueblan la novela de la que vamos a hablar hoy. Se t...